sábado, 13 de septiembre de 2014

Nueva York, un viaje musical interminable



Es un cliché decir que Nueva York lo tiene todo, porque en realidad así es. Restaurantes, tiendas, edificios, calor, nieve, moda, deportes, teatro, vida nocturna, monumentos, rascacielos y un gran etcétera, pero lo que yo más disfruto en esta ciudad es, sin lugar a dudas, su MÚSICA.

Impresionante la cantidad de buena música y buenos músicos que se pueden encontrar, literalmente, en la calle, en las estaciones del metro, en los parques o en las grandes salas de conciertos y teatros.

Recientemente tuve oportunidad de ir nuevamente, acompañado de mi señora esposa, y pudimos confirmar esto. Quiero compartir con ustedes algunos de estos momentos, en este viaje musical por la Gran Manzana. Espero que lo disfruten.

Nueva York es conocida por sus obras de teatro, en especial sus musicales. Basado obviamente en el cuento de Las Mil y Una Noches, pero específicamente en la película de Disney, este musical confirma la maestría de Alan Menken, mezclando detalles de jazz con sonidos del medio oriente. Una superproducción llena de color, vestuarios, una alfombra mágica que vuela de veradad y mucho más. La obra se la lleva el Genio de la lámpara (quién hace recordar indudablemente, la magistral actuación de Robin Williams en la película animada). Increíble como Di$ney sigue haciendo dinero por todos lados.



Caminando entre los árboles y las fuentes de Washington Square, se empiezan a oir las notas de un piano. ¿Un piano? Efectivamente, un piano en plena plaza. Al acercarnos, se escuchan Claro de Luna de Beethoven, Chopin y varias piezas de Phillip Glass. Uno se sienta en las bancas del parque, a plena luz del día y al aire libre a escuchar a este interprete que ofrece su CD cada que termina una canción. Compro uno por 10 dólares y así conozco su nombre: Colin Huggins, "The Crazy Piano Guy" como él se llama (http://colinhuggins.com/). La pregunta es: ¿cómo carambas se lleva el piano a ese lugar?


En el metro de Nueva York se pueden encontrar desde saxofinistas, bandoneonistas, cantantes de soul, gospel, pop, guitarristas y también a un niño asiático de 7 años tocando a Mozart. Los invito a buscar en YouTube "Musicians at NYC Subway", les aseguro que se van a divertir viendo la cantidad impresionante de músicos que están en el subsuelo de la ciudad.

La zona de Greenwich Village es donde están actualmente los clubes de jazz más importantes y cada noche se presentan grandes representantes de este género. El Blue Note, el legendario Village Vanguard (en el que en alguna ocasión pude ver a Ravi Coltrane, hijo del GRAN John), el Fat Cat, el Zinc Bar y algunos más. En esta ocasión, fue el Smalls Jazz Club (y de verdad que es small el lugar, pero con gran ambiente y acústica). donde pudimos disfrutar al pianista Tardo Hammer y su trío.


También en Greenwich Village está el complejo de cines llamado IFC en donde se presentan películas independientes de gran calidad. Ahí, pudimos ver la cinta Boyhood, muy buena por cierto que fue filmada en ¡12 años! Nunca había visto algo similar, ya que el protagonista empieza la película con 6 años y la termina de 18 y en todos los personajes se ve el paso del tiempo física y psicológicamente. Ethan Hawk (en la mejor actuación que le he visto) y Patricia Arquette salen también en la cinta.


El soundtrack de esta película es realmente bueno, con canciones de The Flaming Lips, Wilco, Vampire Weekend, Bob Dylan, Paul McCartney, Yo La Tengo, Arcade Fire, The Black Keys y Family of the Year con esta maravilla llamada Hero.


Y ni qué decir de Central Park, en donde se pueden encontrar una cantidad bárbara de músicos de todos colores, sabores, tipos, razas, géneros. Aquí una probadita de un grupo llamado Peace Industry Music. Una guitarra, un contrabajo y cuatro voces en la Bethesda Terrace junto a la famosa fuente del Ángel Negro.


Una guitarra y un hombre, solitarios ambos, ayudan a recordar a John Lennon en el memorial Strawberry Fields de Central Park donde se rememora al ex-Beatle que se convirtió en ícono de esta ciudad, imaginando que no hay cielo ni infierno.


En ese mismo "Parque Central" las cuerdas de un violín y su arco se tocan suavemente para combinarse con el canto de los pájaros, el trote de los corredores, los cascos de los caballos.


Así termina esta crónica de este viaje con el telón de fondo de una ciudad que sin duda está sustentada en acero, cemento y mucha, mucha música por todos sus rincones.