miércoles, 7 de octubre de 2015

Las marchas, el mal legado del ´68: 2 de octubre no se olvida

47 años han pasado desde aquellos lamentables acontecimientos en Tlatelolco Un acto de cobardía, eficiencia e impunidad del gobierno mexicano para con los estudiantes. Una vergüenza ante los mexicanos y ante el mundo que cada año se recuerda con tristeza, amargura y dolor. 

Sin duda es algo que no podemos permitir que suceda nuevamente, pero también hay que analizar la situación y lo que estos actos nos dejaron como herencia. Las marchas son una manera de hacerse escuchar cuando otras instancias no funcionan y no surten efecto. Al marchar por una causa, la idea es comunicar los motivos de descontento, mismos que no se pueden expresar a través de otros medios (los medios de comunicación, por ejemplo). 

Hoy en día, las marchas en la caótica Ciudad de México, han perdido prácticamente todo su sentido. Al ser tan elevado el número y tan frecuentes, ha llegado al punto de ya no comunicar los mensajes que se supone quieren transmitir los involucrados. Hace algunos años, la ciudadanía identificaba la causa de las marchas; hoy, solamente se dice "hoy hay otra vez marcha" y la causa queda en segundo o tercer plano. Pensando en eso, los verdaderos manifestantes, deberían de empezar a pensar en maneras más creativas y efectivas para hacerse escuchar, ayudados mucho por las nuevas tecnologías.

Pero esto va mucho más allá. Las marchas se han convertido en un negocio para muchas personas, que literalmente se alquilan para organizarlas o para participar en ellas con el fin de hacerlas más multitudinarias. Y peor aún, hay inadaptados que buscan en cada marcha generar caos y desestabilizar con el simple objetivo de "hacer más ruido" y que la marcha se cubra por los medios de comunicación.

De ahí, las manifestaciones de vandalismo que se repiten en cada marcha, de delincuentes que rompen vidrios y destrozan establecimientos con los que se van topando al momento de "marchar" sin ninguna razón y sin que tenga que ver con las causas que supuestamente defienden. .

Hace un par de días, los capitalinos amanecimos, literalmente, con una marcha que dio inicio a las 6:00 de la mañana, cuando más caos se puede crear, en pleno Paseo de la Reforma.

¿Y por qué no se hace nada al respecto? ¿Por qué no se regula?

Mucho tiene que ver, justamente, con conceptos mal entendidos en cuanto a derechos humanos  como los derechos al libre tránsito, a manifestarse y a la libertad de expresión. En nombre de estos tres se hacen marchas prácticamente diario en la ciudad y se permitió en el 2006 que una persona pusiera un campamento en la principal avenida de la capital y del país, por más de 40 días, sin que nadie le hiciera absolutamente nada, violando, paradójicamente, los derechos de miles de personas que no pueden circular, que se ven atorados en el tráfico por horas y que pierden dinero por estas situaciones.

Estos malos entendidos y este temor del gobierno a que la ciudadanía los perciba como represores, es la herencia que el ´68 nos dejó. No se actúa para no recordar lo ocurrido en aquel 2 de octubre. No se regula porque se violan los derechos de los manifestantes. En ninguna ciudad del mundo sucede esto de entorpecer el tránsito, prácticamente a diario que además de elevar los niveles de contaminación en un alto índice. Se utilizan las banquetas para manifestarse pensando precisamente en no causar daños colaterales a las demás personas. 

Se ha querido regular este tema en varias ocasiones pero los fantasmas del ´68 vuelven a aparecer. Los tiempos cambian y esto no debería de seguir así. La sociedad es otra, la tecnología también. Ojalá algún día se llegue a regular, aunque desafortunadamente lo veo muy difícil por aquel 2 de octubre que tristemente no se olvida.