Con dos novelas y un ensayo publicados, ¿podemos hablar ya del “mundo” de Maruán Soto Antaki?
Podría decirse que es muy temprano todavía para hacerlo, pero al revisar y
analizar los temas abordados en estas tres obras y los vasos comunicantes que existen
entre ellas, no es arriesgado afirmarlo, ya que claramente se pueden ver los
temas y particularidades que al autor interesan, preocupan y ocupan.
Muy activo desde que publicó su
ópera prima, Casa Damasco, en junio de 2013, justo cuando los acontecimientos
de la Primavera Árabe se daban cita y alcanzaban su punto más álgido con el
golpe de Estado en Egipto y la revuelta en Siria, pasando por La Carta del Verdugo,
salido a la venta en el 2014 y siguiendo con su más reciente libro, Reserva del
Vacío, Soto Antaki ha irrumpido en la literatura mexicana como uno de los
escritores que más rápido se ha posicionado en los últimos años.
La finalidad de cualquier artista
es, sin duda, encontrar una voz que lo identifique, un “algo” que lo
diferencie, imprimir un sello personal y todo indica que Soto Antaki va por
buen camino para conseguirlo.
La migración es una acto que
el ser humano ha realizado desde su aparición en este planeta. El desplazamiento de
un grupo o de una persona hacia otro lugar es algo que sucede a diario, ya sea
entre continentes, entre países, entre estados o incluso entre colonias. El
inmigrante es una persona que se aleja de su lugar de origen y que adquiere
características muy particulares, al fusionar su cultura con la del lugar al
que llega, enriqueciéndose sin lugar a dudas, pero también con una sensación de
nostalgia y de no pertenencia.
Y sobre este tipo de personajes,
del exilio y del auto exilio, como de las circunstancias que los rodean, es que Soto
Antaki escribe en sus dos primeras novelas, narrando las historias que se van creando
y tejiendo cuando este fenómeno ocurre. Una mujer siria que hace del Distrito
Federal su segundo hogar (claro homenaje a la madre del autor, la filósofa, intelectual y
promotora cultural, Ikram Antaki, nacida en Siria y quién vivió en París y
posteriormente en el Distrito Federal hasta su muerte en el 2000), una mujer
francesa que viaja con sus padres a muy temprana edad, también a la Ciudad de
México, una catalana que se avecina en el barrio de Coyoacán, un japonés que
vive en París o un turco que vive en Siria (llamado por cierto Ommar), son algunos de los emigrantes-inmigrantes-exiliados-autoexiliados que Soto Antaki retrata y describe en las páginas de Casa Damasco y la Carta del Verdugo.
Maruan toca este tema porque él mismo ha experimentado el estar lejos de su lugar de origen en diversas ocasiones, viviendo en países tan distantes y tan distintos como Nicaragua, Libia, Siria, España y México, adaptándose a estas culturas y estilos de vida, aprendiendo de ellas y documentándose para integrarlo a su obra.
Las cartas (ahora los correos electrónicos o las redes sociales) son el medio por el cual esos migrantes se comunican con los seres queridos que dejaron atrás. Distintos tipos de cartas, se pueden apreciar en sus dos primeros títulos publicados y éstas representan puntos clave para las tramas de ambas historias.
Las cartas (ahora los correos electrónicos o las redes sociales) son el medio por el cual esos migrantes se comunican con los seres queridos que dejaron atrás. Distintos tipos de cartas, se pueden apreciar en sus dos primeros títulos publicados y éstas representan puntos clave para las tramas de ambas historias.
Por otro lado, la muerte es lo
único seguro que tenemos al momento de nacer. Sin embargo, el ser humano se ha obstinado
en que esa muerte suceda, no de manera natural, y en ocasiones, de las formas más absurdas, de ahí las guerras, el suicidio, el homicidio o la pena de muerte. Así lo plantea Soto Antaki en sus tres libros, tocando este tema de manera constante y reflexionando a través de sus personajes.
Su más reciente libro, Reserva
del Vacío, es un ensayo justamente sobre la influencia de la muerte en la literatura y de como las religiones, a través de sus libros sagrados, nos "enseñan" a morir de acuerdo a sus mitos y costumbres. De ahí, aborda el tema del suicidio, tomando dos casos que parecerían disímbolos pero que a su parecer no lo son, como el harakiri del escritor japonés Yukio Mishima y la muerte de Jesucristo, quien, como comenta el autor, fue consciente de que los actos que realizaba lo llevarían a la cruz, concluyendo su vida prácticamente suicidándose.