martes, 9 de junio de 2015

Sabina, el borracho de las canciones tristes



"Papá, ¿por qué te gusta tanto el borracho de las canciones tristes?", fue la pregunta que hizo mi hija, a bocajarro, cuando escuchaba una de las canciones del disco "19 Días y 500 Noches", que yo revisitaba luego de algún tiempo, después de saber que Sabina visitaría nuevamente México con su gira "500 Noches para una Crisis".


¡El borracho de las canciones tristes! No lo pudo haber descrito mejor, una niña que lo escuchaba por primera vez. Suena a epitafio y creo que al maestro de Úbeda le encantaría la frase ya que podría referirse también a su gran ídolo, José Alfredo.

¿Cómo explicarle a una niña de 8 años el por qué me gustan esas canciones de verdad tristes, que hablan del desasosiego, de desamor, de las relaciones humanas, principalmente en pareja y que narran aquello que sucede en la intimidad, hablando en todos los sentidos y en todas las acepciones posibles?


Gran admirador y marcadamente influenciado por Bob Dylan, Tom Waits, Leonard Cohen y José Alfredo Jiménez, curiosamente todos ellos poseedores de voces nada educadas sino todo lo contrario. Increíble como se llega a parecer a todos ellos, incluso físicamente, transfigurándose de manera extraña hasta llegar a perder también la voz, en un suceso que parecería total y absolutamente intencional para acercarse más a ellos.

Algo que caracteriza a estos cuatro canta-autores es que son conocidos y reconocidos por la calidad de sus letras, De Dylan se rumora que se ha quedado entre los finalistas para recibir el Premio Nobel de Literatura en varias ocasiones. Grandes contadores de historias, de emociones, de sentimientos, todos ellos. 

Y es ahí donde entra la magia de Sabina, precisamente en sus letras y, aunque él no se considera un poeta, seguro lo es, ya que poeta es aquel que ve la vida de manera diferente al resto y que lo puede reflejar con palabras, diciendo esas cosas como nadie antes lo había dicho, hablando de los temas más comunes y cotidianos. Poeta es aquel que trabaja la palabra como un artesano, como un orfebre, seleccionando cada palabra, meticulosamente, para nombrar y describir de la manera más certera. y auténtica.

Así lo hace Sabina, transmitiendo esa tristeza que llega a los huesos y ese humor, negro como su conciencia, que se mezclan en una mismo verso, en una misma estrofa, en una misma canción, generando así, ambientes difíciles de describir pero fáciles de sentir.

Y esto no le viene de gratis, ni por casualidad. Lector empedernido desde su juventud, amante de la poesía de Vallejo, Neruda, Fray Luis de León, Jorge Manrique, José Hierro y Juan Gelman, entre otros, y matriculado de la Facultad de Filosofía y Letras, Sabina nunca pensó en ser canta-autor sino "escritor de alguna novela que nadie leyera", como él mismo lo dice.

El mismo Sabina afirma que en algún momento, se mudó del grupo de amigos músicos, al grupo de amigos escritores, convirtiéndose en amigo cercano de varios de ellos como el recién fallecido Eduardo Galeano e incluso de los dos más recientes Premios Nobel que ha dado Latinoamérica, ni más ni menos que Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa.

Y para muestra, un botón. Tomando las letras del disco que ha hecho a Sabina pisar los escenarios nuevamente, 19 Días y 500 Noches, y que es un parte aguas en la vida y en la obra del español, ya que unos meses después de lanzarlo se le presentó el infarto cerebral que lo dejó fuera de circulación por varios años, aquí solamente una frase de cada canción, tarea nada fácil por las muchas que hay en todas las estrofas del álbum.

"Ahora que está tan sola la soledad"

"Lo nuestro duró, lo que duran dos peces de hielo en un güisqui on the rocks"

"¿Dónde está la canción, que me hiciste, cuando eras poeta? Terminaba tan triste que nunca la pude empezar"

"Si ya no juegas a las damas ni con tu mujer"

"Veinte años hubiera yo tardado en contar los lunares de su espalda"

"Para que mis allegados, condenados a un ingrato futuro, no sufran lo que he sufrido, he decidido no dejarles ni un duro, solo derechos de amor, un siete en el corazón y un mar de dudas"

"Y la vida siguió, como siguen las cosas que no tienen mucho sentido"

"Por las arrugas de mi voz, se filtra la desolación, de saber que estos son los últimos versos que te escribo"

"Mi tercera mujer era, señores, de todos los amores que he perdido, el que más me ha dolido. Adivinen, se llamaba Dolores"

"Para primores galerías Piquer, para la inclusa niños con anginas, para la tisis caldo de gallina, para las extranjeras Luis Miguel"

"Aunque gracias a dios, yo no soy creyente"

"Que todas las noches sean noches de boda, que todas las lunas sean lunas de miel"

Y para redondear el arte de las letras, la música es un extraodinario complemento. Producida la mayoría de las veces por dos de sus secuaces: el GRAN Pancho Varona y Antonio García de Diego. De llamar la atención los diferentes ritmos que han podido abordar, desde una rumba, una canción ranchera, un tango, rock&roll, rock, blues, jazz, charleston, música tradicional española, en fin.

Seguro estoy que si la pequeña Regina continúa con su afición a la lectura, algún día entenderá por que a su papá le gusta escuchar al borracho de las canciones tristes.