domingo, 4 de septiembre de 2016

NO ME CAE BIEN NICOLÁS ALVARADO (Lo cual le viene guango)



Empezaré diciendo que he seguido a Nicolás Alvarado desde hace casi 20 años, cuando no tenía lentes, cuando era gordo (sí, más) y tenía pelo. Lo sigo desde que apareció La Dichosa Palabra en Canal 22, luego en el late night show cultural en canal 7 llamado Suave es la Noche de Canal 7, junto al gran “EuGenio” Toussaint; posteriormente cuando creó Domingo 7, una revista cultural que se transmitía cada semana por TV Azteca, donde lo acompañaban varios otros amantes de la cultura y de la difusión de la misma como Pablo Boullosa. Uno de mis programas favoritos de los últimos años era Final de Partida en Foro TV, que compartía con Julio Patán. Por casi 6 años, vi habitualmente cada noche este programa y yo lo tomaba como mi clase diaria de arte y cultura. Gracias a ellos conocí sobre literatura, arquitectura, gastronomía, música, cine, diseño, etc., etc., etc., etc., etc. (sí, sé que con este primer párrafo se pone de manifiesto mi ñoñez, pero así ha sido).


Después de todos estos años puedo decir, que Nicolás Alvarado no me cae bien.


¿Por qué lo he seguido? Eso es algo que también me he preguntado yo.


Lo sigo porque, aunque no coincido en MUCHAS cosas, reconozco en él ciertas capacidades y virtudes que han llamado poderosamente mi atención. Primero que nada, lo que es más evidente a todas luces, su vasta cultura; la cuestión es que no solamente sabe, sino que tiene la capacidad, muy particular, para explicar, contar, describir y puntualizar sobre esos temas con adjetivos, definiciones, argumentos y dilucidaciones muy precisos. Algo que vale la pena apuntar es que se rodea de gente que sabe más que él (y él lo sabe), de especialistas en distintos temas. Para muestra, el botón de sus programas de televisión en donde el común denominador es contar con invitados de distintas disciplinas. Siempre búsqueda puntos de vista para con ello, formarse un criterio.


Quizás lo que más admiro de él, es su pasión por difundir la cultura, por llevarla a un público más amplio; y es que es eso lo que ha hecho en todos estos años en los medios en los que ha colaborado. Pero no solamente la alta cultura, sino la cultura popular. Recuerdo programas en Final de Partida sobre Rigo Tovar, sobre Chico Ché, sobre Madonna y otros más. Su idea ha sido siempre, el tratar de explicar las distintas actividades del ser humano a través de su opinión y la de otros.


Esto es justamente lo que quería hacer con TV UNAM. Alvarado ha declarado que lo que buscaba era explotar TODO el conocimiento que tiene la máxima casa de estudios con sus egresados. Se frotaba las manos de solo pensar en tener a tanta gente “a su servicio” para sacarle el mayor provecho posible en la televisión y explicar prácticamente cualquier tema.


Una cosa que lo caracteriza es, burlarse de sí mismo, de su niñez, de su ñoñez e incluso de ser un mamón, un snob. Su humor no es precisamente fácil y más bien es retorcido, en todo el sentido de la palabra, ya que, en ocasiones, hay que darle varias vueltas para entenderlo. Reconoce que tiene gustos culposos, como todos, y no tiene empacho en decir que le gusta la música disco o Flans o las Ardillitas de Lalo Guerrero.


Un efecto muy particular tiene la personalidad de Nicolás Alvarado frente a sus audiencias. La mezcla de alguien que “sabe mucho” y su aparente arrogancia, causada más bien por su timidez, provocan, primero que nada, y lo digo por experiencia, un sentimiento de inferioridad y luego uno de malestar, que muchos reducimos en algún momento, me incluyo, en una expresión como “pinche gordo mamón”.


Dicho lo cual, y volviendo al tema de la columna aparecida en Milenio Diario, vale la pena recordar que existen distintos géneros en el periodismo como, entre otros, el reportaje, el periodismo de fondo, las notas periodísticas y la columna de opinión, misma que es ocioso explicar porque en el nombre lleva la definición. Estas distintas maneras de ejercer el periodismo, que son igualmente válidas y relevantes, es lo que lo convierten en uno de los principales motores de las democracias. El periodismo trata de explicar, de desmenuzar, de contrastar y cuestionar aquello que hacen los distintos grupos o personas en una sociedad.


He vuelto leer varias veces el texto y lo que más me sorprende, realmente, es lo bien que Alvarado habla sobre Juan Gabriel, aunque no le guste, lo cual no excluye una cosa de la otra.


Pero empecemos por el título de la columna. Algo en lo que pocos (muy pocos) han reparado, es en el paréntesis que puso en el título (Lo que le viene guango). Quizás porque estamos acostumbrados a que entre los paréntesis existe información que no es importante, pero no es así y mucho menos en este caso ya que es una aclaración que refleja el tono de TODA la columna (recordemos el título de la película Birdman, así como el libro de Benedetti).


Por increíble que parezca, y más viniendo de Nicolás Alvarado, esto es un acto de humildad, sí, así es. Lo que busca decir el autor es algo como “No me gusta Juanga, pero mi opinión sobre el cantautor es totalmente intrascendente y no le hace ningún daño a la figura del Divo de Juárez”.


Y regreso a lo que comentaba, de cómo se habla bien de Juan Gabriel en repetidas ocasiones:


- Nadie ha dicho nada de la comparación que hace Alvarado de Juanga con la Virgen de Guadalupe y con, ni más ni menos que Octavio Paz. (Tal vez hubiera tenido más lógica que la Iglesia Católica lo crucificara públicamente o que los intelectuales se desgarraran las vestiduras y que fuera por esto que lo corrieran de TV UNAM, ¿no?)


- Lo reconoce como un ídolo para los mexicanos (aunque no para él)


- Acepta que es un ícono cultural y le otorga derecho de ser materia de análisis e incluso de homenaje en todos los espacios, incluso en TV UNAM


- Muchos dicen que en concierto Juanga era lo máximo y ello lo reconoce: “Jamás fui a verlo en concierto, a lo cual muchos atribuyen mi reticencia a su trabajo”.


- Alvarado hace referencia a comentarios que le hicieron los especialistas que invitó para realizar el programa dedicado a Juan Gabriel en TV UNAM, donde algunos defendían su trabajo: “Juanga es un insider genial”; “Cuando lo despojamos de su aura Televisa y clasismos, podemos escucharlo”.


Alvarado admite que es un problema que no le guste Juan Gabriel, un problema suyo y no de Juanga y que al no gustarle se pierde de algo (“Porque sé muy bien que me pierdo de algo”).


Finalmente, y para volver a resaltar el paréntesis en el título de la columna, reitera que su opinión no vale frente a Juanga “porque en vida y en muerte a Juanga le vengo guango”. Su problema admite, con un tono sarcástico, es ser clasista y snob, es decir, se admite como “un mamón”.


Y sí, le dice “letrista torpe y chambón” y otras cosas, lo cual, es una apreciación personal (en una columna de opinión), pero con la aclaración hecha en el título, con los argumentos a favor y en contra, a mi parecer pierde relevancia.


Pero vayamos a lo que más caló entre “la sociedad”: “Me irritan sus lentejuelas no por jotas sino por nacas”. Cabe aclarar que nunca se refiera a Juan Gabriel como naco ni joto sino a sus lentejuelas. Si se conoce un poco la jerga del lenguaje con el que los homosexuales se comunican entre ellos, podemos ver que también utilizan la palabra jotear para muchas cosas, sobre todo para referirse a aquellos que son exageradamente amanerados (dejo aquí este buen texto que lo explica a la perfección: http://confabulario.eluniversal.com.mx/de-maricon-punal-y-otras). En el ámbito de la publicidad, por ejemplo, a las joterías se les conoce como aquellos aspectos que adornan un anuncio impreso o un spot.


A este respecto, vale la pena puntualizar que Alvarado conoce, y conoce bien, la cultura gay (“Creo que a estas alturas no necesito acreditar mi afinidad a la cultura gay” dice en la columna). Por los círculos en los que se mueve, conoce a muchos gays e incluso muchos de sus amigos lo son. Además de conocerla, la reconoce. Sería absurdo, para una persona dedicada a la cultura, no reconocer las grandes aportaciones de Elton John, Oscar Wilde, Miguel Bosé, Cole Porter, Yves Saint Laurent, García Lorca, Reinaldo Arenas, Walt Whitman, Rimbaud y muchos, MUCHOS más.


Y aquello de que sus lentejuelas son nacas, naco es un término tan subjetivo, que cada quien resulta naco para alguien más. (revisen la columna de hoy, 4 sep, de Xavier Velasco).


La furia de los seguidores de Juanga es, creo yo, porque se sintieron aludidos, no porque se criticara a Juan Gabriel. El problema fue, que los que sí se sintieron agredidos porque les ofendieron sus gustos, pero ya vemos, según lo que apunto anteriormente, que la intención de Alvarado no era esa.


En estos momentos en el que el tema está muy en boga: ¿qué pasa con aquellos que le dicen naco a Donald Trump? Eso es también discriminación. ¿Está bien llamarlo así porque es gringo y el enemigo público número 1 de México? ¿Por qué se puede criticar, abiertamente en redes sociales a personajes como por ejemplo, Arjona sin ninguna consecuencia?


Ahora, simplemente transcribiré la definición de libertad de expresión que emite la Declaración Universal de los Derechos Humanos: "Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y de recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión".


El gremio periodístico ha apoyado en gran parte a Alvarado, porque sabe lo importante que resulta la libertad de expresión para ejercer su labor y lo mucho que ha costado a la sociedad en general y en especial a la mexicana. Recordemos no hace muchos años, el poder de censura que ejercía la Secretaría de Gobernación en los medios de comunicación (Hoy por cierto, aparece un fragmento del libro El Hambre del escritor argentino, avecinado en México, Martín Caparrós, titulado Por qué detesto a la Madre Teresa de Calcuta. Hay que leerlo y fórmense una opinión PERSONAL con ello, pero no censurarlo).


Soy consciente de que cada institución del Estado o compañía de la iniciativa privada, tiene códigos internos para sus empleados, mismos que tienen que seguir. Pero después de tratar de desmenuzar lo escrito por Alvarado, insisto, que la UNAM se dejó llevar por los fanáticos enardecidos en las redes sociales y no analizó a fondo lo que realmente se quiso decir, en algo que tenía más tintes de broma, de sarcamo que de otra cosa.


Para finalizar, vale la pena recordar que la designación de Nicolás Alvarado al frente de TV UNAM no cayó bien dentro del mismo canal por varias razones. Una, porque varios vieron peligrar su trabajo; había, por lo que se sabe, duplicidad de responsabilidades y muchos “aviadores”. La otra razón, es porque Alvarado no es egresado de la UNAM, sino de la Ibero. Parece que esto fue una excusa perfecta para echarlo y sí, una discriminación.


Después de escuchar estos últimos días a Juan Gabriel por todos lados (siempre las mismas canciones por cierto – ¿no que tiene más de 800 registradas?) no solamente confirmo que no me gusta sino que su música me es molesta al oído; no lo puedo evitar, es algo totalmente fisiológico. (Y me voy, porque ya está sonando en mi iPod, la canción de “Sufre Mamón”).


PD. Me parece realmente esquizofrénico que aquellos que gritan ¡¡¡¡¡EHHHHH, PUTO!!!! en los estadios, son los que ahora defienden a Juanga antes los “ataques” de Nicolás Alvarado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario