En 1974, luego de distintas
situaciones relacionadas con el sindicato del periódico Excélsior, su entonces
director general, Julio Scherer García deja su cargo, al igual que todos sus
colaboradores. El “periódico de la vida nacional”, como era conocido en aquel
entonces, había tenido enfrentamientos con la Secretaría de Gobernación y con
la misma Presidencia de la República, quienes les habían advertido que
suavizaran sus notas, investigaciones y reportajes o que se atuvieran a las
consecuencias.
Diez años más tarde, se presenta
el asesinato del titular de la columna Red Privada publicada en Excélsior, el
periodista Manuel Buendía quien era uno de los más influyentes, sino es que el
más, y quien tocaba temas referentes a la política y al narcotráfico. Aún
recuerdo cuando vi en la portada la noticia, así como el cartón del caricaturista
Oswaldo Sagastegui (de quién yo era fan), en donde todo su espacio estaba cubierto
con tinta negra. Siendo un niño, no
sabía exactamente qué estaba sucediendo, pero me impactó que esto se diera en nuestro país.
Más de 40 años han pasado y esto
sigue sucediendo en México. A los periodistas se les sigue silenciando ya sea con
las balas o de algunas otras maneras.
Recordemos a José Gutiérrez Vivó,
creador y director general del concepto Monitor, sin duda el periodista más
influyente e incómodos por muchos años, quien transmitió su programa por 33
años tanto en Grupo Radio Centro como en MVS y quién tuvo problemas en
cuestiones de derechos y propiedad intelectual con ambas compañías, pero que, al
final del día, se le calló. Gutiérrez Vivó se autoexilió en San Antonio, Texas desde
donde transmite su programa, llamado irónicamente, Silencio, que muy poca gente
escucha y sabe de su existencia.
En este sexenio se ha silenciado
a dos de los voces más influyentes como son Pedro Ferriz de Con y Carmen Aristegui por distintas circunstancias, a simple vista sin relación alguna, pero ambos han
dejado sus espacios radiofónicos en donde realizaban cuestionamientos contra el
gobierno de Enrique Peña Nieto.
En México, los periodistas corren
peligro al estar amenazados tanto por el crimen organizado como por las altas
cúpulas políticas, que en muchas ocasiones están del mismo bando. México se ha
convertido en uno de los países más peligrosos para ejercer esta profesión.
Decenas de periodistas han
perdido la vida por “enfrentar” a estos dos bandos, por desenmascarar cotos de
poder y por llevar la verdad a sus distintas audiencias. Ahora, Rubén Espinosa,
fotoperiodista incómodo al gobierno de Javier Duarte en Veracruz y a quien ya
habían amenazado en múltiples ocasiones y que por esa razón se “autoexilió” en
la Ciudad de México.
Algo todavía más triste es que nosotros
mismos, los ciudadanos comunes y corrientes, al escuchar un comentario de algún
periodista que puede resultar incómodo, solemos decir “se lo van a echar”. Esto
no significa otra cosa, más que el aceptar esta situación, el saber que algo
puede suceder a una persona que no hace otra cosa, más que dar su opinión de
los hechos. No podemos aceptar esto bajo ninguna circunstancia. Todo esto no se
puede pasar por alto. No puede suceder en un país como el nuestro que se jacta
de haber transitado a la democracia.
Hoy más que nunca, vale la
pena recordar la definición que daba el escritor y periodista británico, George
Orwell: “El periodismo consiste en decir cosas que alguien no quiere que digas”.
#TodosSomosRubénEspinosa
#NiUnPeriodistaMuertoMás
#JusticiaParaRubén





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