sábado, 16 de febrero de 2019

Bohemian Rhapsody


La música ha ocupado un lugar especial en mi vida; diversos géneros me han acompañado durante estos años, marcando las distintas etapas de mi paso por este mundo. Quizás el género que más huella ha dejado en mí, es el rock. Este tipo de música, estridente y ruidoso para muchos, me dio identidad y me abrió un mundo que nunca ha dejado de sorprenderme;  me ha llevado a descubrir sonidos que llegan directamente al alma, cuando menos a la mía, tocando fibras que otros no alcanzan. El rock más que un género, es una actitud ante la vida; un ritmo que ha evolucionado por distinto caminos. En menos de un siglo, el rock vino a trastocar diversas sociedades occidentales, cambiándole el sentido a infinidad de personas y con ello, modificando el destino de sociedades y países enteros; el mundo no sería lo mismo, sin el rock y la manera en que ha evolucionado. Por todo esto, el rock para mí es algo serio; demasiado serio diría yo; tal vez más de lo que debería. La manera en que se conforman las bandas, su evolución, la manera en que dos, tres, cuatro, cinco personas, coinciden en un mismo tiempo y espacio, tocando instrumentos distintos, juntando ideas, con influencias similares o diversas, y generando así un sonido particular que los distingue y que “mueve” a otras personas con vidas totalmente diferentes y que en un concierto o en la reproducción de un disco, crea una comunión imposible de explicar con palabras, es lo que para mí, hace de esta música, algo distinto y mágico. Sin duda, otros géneros crean este mismo vínculo, pero muy pocos, han cambiado la historia, como lo ha hecho el rock.  

Tal vez por esto, las expectativas que tenía de Bohemian Rhapsody eran bastante altas, y más, luego de la larguísima campaña de publicidad de más de medio año, que tuvo la película durante todo el 2018. 

Empecemos, por el inicio: 

Bryan Singer, el director de la película, empezó su carrera de manera espectacular en 1995 con Sospechosos Comunes, lanzando a la fama a Kevin Spacey; dicha cinta, avizoraba una carrera prometedora; una mirada fresca que parecía traería consigo, películas de igual calibre; pero no fue así; a partir de su ópera prima, Singer se sumió en la mediocridad y en escándalos que fueron borrando su nombre de las listas de directores destacados. En Bohemian Rhapsody, también tuvo serios problemas con su equipo de producción y con los actores, especialmente con Malek, mismos que causaron su despido en plena filmación siendo sustituido por otro director mediocre, Dexter Fletcher quien terminó el trabajo y a quien extrañamente, nunca se le dio el crédito; todas estas complicaciones se alcanzan a percibir en el producto final. 

Más que una historia que se vaya develando a la audiencia, el guión está conformado por una serie de acontecimientos aislados que muchas veces no tienen conexión; pareciera que los guionistas iban conformando el guión, leyendo la historia de Queen en Wikipedia y que iban seleccionando datos y situaciones que en la realización se ven absolutamente forzados: Mercury trabajó en el aeropuert, check; conoció al grupo Smile, check; conoció a Mary, check; diseñó el logo de Queen, check. Diversos sucesos son empaquetados en una misma escena, dando la impresión de que lo que más interesaba era integrar a la película los más detalles posibles, en lugar de una narrativa relevante. 

No cabe duda, que la música de Queen es mágica (A kind of magic) y por ello ha trascendido fronteras y generaciones; su potencia, sus melodías, el ritmo, sus letras, su estilo propio los llevaron a convertirse en una verdadera leyenda. No por nada, son una de las bandas más conocidas y reconocidas por amantes y no amantes del rock. Pero, lo valioso de la guitarra de Brian May para el rock, sus riffs y estilo original que proviene de una instrumento que él construyó con su abuelo, quedan totalmente borrados en la historia; la enorme contribución de John Deacon en la composición, se limita a un "chiripazo" que por obra y gracia del “Señor”, crea la melodía que da origen a Another One Bites the Dust; Roger Taylor, no hace prácticamente nada, más que componer I´m in Love with my Car a regañadientes de todos. 

Brian Synger no se ha caracterizado por ser un director de actores. Al Freddie Mercury de Rami Malek, le faltan 15 centímetros de estatura y una tonelada de presencia escénica. En muchas ocasiones, el público confunde el hecho de que los actores se parezcan físicamente a los personajes históricos que representan, con el hecho de que sea una buena película; “Malek está igualito a Mercury” dicen muchos, lo cual no hace de Bohemian Rhpasody una buena película; además, con dientes postizos, bigote postizo y lentes, muchos se parecerían a Mercury; Malek imita, hasta cierto punto bastante bien los movimientos de Mercury, pero en ningún momento, le da ese volumen que un personaje como el frontman más importante en la historia del rock merecería. Perdón por la expresión, pero Mercury no “joteaba” tan exageradamente en el escenario; tenía en cambio, ese magnetismo andrógino que era imán tanto para mujeres como hombres, que Malek ni de cerca proyecta. 
Durante toda la película, mi preocupación era más por el hecho de que no saliera volando la dentadura postiza de Malek que por otra cosa. 

Los personajes de los demás miembros de la banda, carecen totalmente de identidad; es hasta irrisorio, que los tres se la pasan haciendo caras y actuando como un verdadero trío de idiotas, venerando a Mercury por su genialidad o tratando de cuidarlo de que no se excediera (pareciera que los tres eran santos y pulcros y que siempre tuvieron un comportamiento impecable). Me parece increíble que Brian May y Roger Taylor, supuestamente estuvieron al tanto de la realización del guión y de la filmación, cuando además de esto, hay demasiados hechos mal contextualizados, aparentemente para darle un sentido dramático a la narración, lo cual, en mi muy humilde opinión, no se logra. 

La secuencia final del concierto de Live Aid, sinceramente no la entiendo. Aún cuando está hasta cierto punto bien lograda, con tomas interesantes, no le veo ningún valor cinematográfico; el copiar milimétricamente los movimientos de los integrantes del grupo durante un concierto, no aporta nada para mí; hubieran puesto mejor el video original que es, sin duda, uno de los momentos más impresionantes en la historia del rock. Curiosamente, cuando hacen acercamientos del público que estuvo presente en ese estadio, todos, absolutamente todos, parecen “red necks”; con gorras de beisbolistas; no hay ninguno que tenga el pelo largo o apariencia de rockero; eso me llamó la atención, que ni esos detalles cuidaron. 

Anecdótico y como una puntada divertida, es la frase que Mike Myers pronuncia sobre la canción de Bohemian Rhapsody, jactándose los guionistas y Singer de “inteligente” para que la audiencia descubra y recuerde aquella escena icónica de Wayne´s World, así como al final el “no time for losers”.

Algo de lo que rescato es la secuencia inicial, con una buena fotografía y armada de una manera interesante,  que hacía prometer que algo bueno vendría, enmarcada por las notas de Somebody to Love. De ahí en fuera, no mucho a no ser las canciones de Queen que suenan muy bien en las bocinas de las salas de cine. 

Increíble para mí, que Bohemian Rhapsody haya ganado el Globo de Oro y que esté nominada a Mejor Película en el premio Óscar. Para mí, la historia del grupo, merecía un director con mucho más empaque que capturara la esencia y yel misterio del grupo y la proyectara en la pantalla; algo como lo que Oliver Stone hizo con The Doors o la calidad de un documental como el de Martin Scorsese, Crossfire de The Rollinig Stones. 
Aún cuando fue el fenómeno cinematográfico del año, paradójicamente en términos cinematográficos la película no aporta mucho; como instrumento histórico, tampoco, por la falta de rigor en la narración de los acontecimientos. El único valor que le pudiera atribuir, es el traer de regreso la música de Queen a un público más extenso; Aún así, el legado de Queen nunca ha dejado de ser vigente; canciones como We are the champions o la misma Rapsodia Bohemia y otras muchas, no dejan de tocarse en estaciones de música pop, en Spotify, You Tube o en otras plataformas; lo que sí es un hecho es que, la euforia que causó Bohemian Rhapdosy nos hizo regresar a los discos y a los conciertos del grupo y recordar el enorme legado que dejaron al mundo no solamente de la música.

God save The Queen…

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