viernes, 22 de febrero de 2019

Vice, una gran historia, técnicamente espectacular

El director Adam McKay se ha revelado como un gran contador de historias, pero, sobre todo, como un gran contador de la Historia de Estados Unidos. Tanto su anterior película, The Big Short, como la más reciente, Vice, son una mezcla de documental y película de ficción; algo similar a lo que sucede con el género que Truman Capote creó, al cual llamaban “novelas de no-ficción”.

En estos dos trabajos de McKay, se alcanza a percibir cierta influencia del polémico director norteamericano, ya una leyenda del cine, Oliver Stone, quien ha creado películas que igualmente cuestionan a las cúpulas del poder norteamericanas como Salvador, Platoon, Born on the 4th of July, JFK, El Cielo y la Tierra, Nixon, Sons of… Bush. Incluso esta influencia se puede apreciar en algunos aspectos técnicos, como la edición bastante dinámica o la construcción de metáforas visuales sobre todo basadas en animales, con las que pareciera que McKay le rinde tributo a Stone.

Para entender a McKay, vale la pena mencionar que fue actor, principalmente del género de comedia y también fungió como guionista de programas de televisión de ese mismo corte, como el ya clásico Saturday Night Live. De ahí le viene ese sentido del humor caustico e irreverente, así como su puntillosa crítica hacia el aparato político basado en Washington DC. Desde hace ya varios años, tiene una alianza con el cómico Will Ferrell con quién produjo sus primeras películas, siempre con este último en los papeles principales, aunque a partir de The Big Short, Ferrell ya no ha aparecido como protagonista, lo que parece un gran acierto.

La potencia de la historia de Vice, así como la manera en que está construida la cinta, llegan a eclipsar, de alguna manera, la calidad técnica con la que está realizada la cinta en prácticamente todos sus departamentos. Uno se deja llevar por el morbo de conocer los vericuetos de la política norteamericana, así como los intereses y manipulación que se gestan dentro de las oficinas gubernamentales, pero atrás de esa historia, está la mano de un director y su equipo, que han conformado una película redonda, de no ser por lo larga que llega a ser en algunos momentos y que por unos minutos se cae, pero vuelve a levantar el vuelo rápidamente.

Tanto en The Big Short como en Vice, McKay encuentra un punto de vista narrativo que pareciera ajeno a la historia pero al ir avanzando cobra sentido para tener una perspectiva bastante particular. Es así como este director ha logrado desarrollar un sello personal con sus más recientes películas, que algunos han etiquetado como trabajos de comedia, aunque en realidad, están llenos de sarcasmo y crítica punzante e inteligente que reflejan la realidad de una manera tan cruda, que en ocasiones hace reír por lo ridículo que llegamos a ser los seres humanos al actuar de una u otra manera, sin siquiera darnos cuenta de ello. Es así como nos revela el papel que juega el personaje de Christian Bale en The Big Short o el por qué el narrador en Vice es una persona “cercana” a Cheney.

A McKay le interesa explicar las razones que generaron ciertos momentos críticos en la historia como la crisis del 2008 o la Guerra contra el Terrorismo luego del ataque a las Torres Gemelas y para ello hace gala de astutos recursos didácticos, algunos de los cuales rayan en la genialidad, como la escena del mesero que toma la orden de los comensales, interpretado por Alfred Molina.

Por la alta carga informativa, así como por estar realizada con saltos de la historia que van de la juventud de Cheeney hasta su vejez, pasando por varios infartos, la relación con su esposa, su llegada a la Casa Blanca y su paso por diversos equipos presidenciales, Vice es una película que exige cierta atención al espectador; no es una película condescendiente ya que al perderse algunos detalles, se corre el riesgo de perder el hilo de la trama.

McKay ha comprobado ser un gran director de actores y logra conjuntar un elenco redondo en Vice. La de Bale quedará marcada como una de las actuaciones icónicas en el cine, así como la de Marlon Brando con El Padrino, que curiosamente, la vida de Cheney recuerda mucho a la de Vito Corleone. Y hay que recordar, que Bale es originario de Gales, lo cual le da todavía más mérito por el acento que logra, que también es parte de la personalidad del papel que representa.

Precisamente por esto, el personaje de Amy Adams queda un poco eclipsado, pero el trabajo de la actriz nacida en Vicenza, Italia es también espectacular y refleja la influencia que tuvo la esposa de Cheney para llegar a donde llegó.
En la primera escena que aparece Sam Rockwell como George W. Bush, pareciera que está sobreactuado, pero conforme pasan los minutos se va asentando y más bien se puede ver, con todo respeto, la idiotez del expresidente estadounidense en todo su esplendor. Steve Carell por su parte, en el papel de Donald Rumsfeld le da un soporte sólido a los dos papeles principales, al igual que en The Big Short, por lo que ya no sorprende su gran trabajo en Vice.

Con grandes trabajos ya en su haber como la película Lion, Zero Dark Thirty, Blancanieves y el Cazador, Foxcacher y Rogue One, el cinematógrafo austaliano Greg Freiser, increíblemente sin nominación para los premios de la Academia, entrega una fotografía muy particular, de la misma calidad que The Big Short, haciendo alarde de distintas técnicas como la cámara lenta, los planos cerrados, el uso de la foto fija, cámara en mano, en fin, recursos que van narrando la historia de manera visual con una gran eficiencia.

La edición, es realmente sorpendente. Adam McKay trata de explicar tantas cosas que en ocasiones pareciera saturar la pantalla, pero el trabajo del editor Hank Corwin, nominado él sí al premio de la Academia, es fantástico. Y es aquí donde el círculo se cierra, ya que Corwin editó cintas como Natural Born Killers, Nixon y The U Turn, ni más ni menos que, dirigidas por Oliver Stone.
Por último, el pianista y compositor neoyorkino, Nicholas Britell logra un bello soundtrack que va desde una suite de piano hasta una sinfonía (The Iraq War Symphony), pasando por piezas jazzeadas. Britell trabajó con Barry Jenkins en Moonlight, así como con Steve McQueen en 12 Years of Slave, así como con Nathalie Portman en A Tale of Love and Darkness y por supuesto, con Adam McKay en The Big Short. Britell no fue nominado a los premios Óscar por Vice, pero sí por su más reciente trabajo con Jenkins, If Beale Street Would Talk que también es una gran obra, la cual a mi gusto, ganará la estatuilla.

Por cierto, al estar viendo la película de Vice, recordé aquel momento en el que, al ir manejando de regreso a casa, en un día de tráfico por el Periférico de la Ciudad de México, en transmisión en vivo, se escuchó en la radio la decisión de que EUA atacaría Irak al presuntamente tener misiles nucleares; extrañamente México, a través de su embajador ante la ONU, Adolfo Aguilar Zinser, quien era miembro del Comité de Seguridad de la ONU, votó en contra. Un par de años más tarde, Aguilar Zinser murió en un accidente automovilístico en la carretera de Tepoztlán, pero extrañamente, nunca se dijo nada más sobre el mismo. Pareciera que hay ahí, una historia digna de conta en una novela, documental o película; eso es lo que le falta al cine mexicano: contar la historia del país, a través de películas, como lo ha hecho Adam McKay con The Big Short y Vice.

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